En 2022, Nicolás Barbosa, doctor en Estudios Brasileños y Portugueses de la Universidad de Brown en Estados Unidos, fue nombrado el nuevo Profesor Visitante de Lenguas y Literatura gracias al convenio que tiene el Instituto Camões con la Universidad de los Andes.

En esta entrevista, le preguntamos sobre su trayectoria profesional, sus objetivos en su nuevo cargo y sus recomendaciones para todos aquellos que quieran empezar a aproximarse a la cultura lusófona.

Crédito fotografía: Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de los Andes.

¡Bienvenido, Nicolás! Para empezar, quisiera que nos contaras un poco sobre tu trayectoria profesional y cómo te adentraste al mundo de la lengua y la cultura portuguesa.

Hice mi pregrado en Literatura aquí, en la Universidad de los Andes, y me gradué en 2012. Después de eso, trabajé cuatro años en Bogotá en varias áreas: fui corrector de estilo para editoriales, intérprete simultáneo, asesor cultural de embajadas europeas y profesor de inglés en la Universidad Nacional, en el departamento de Lenguas. En ese momento aún no dictaba clases de portugués y seguía estudiando el idioma. Esto coincidió con la carrera que iniciaba como traductor.

Antes de graduarme, había empezado un proyecto de traducción de una novela corta de Fernando Pessoa, que inicié durante el Seminario de Fernando Pessoa que tomé aquí, en los Andes, y había comenzado a estudiar portugués por mi cuenta. En 2013, luego de mi grado y cuando Portugal fue el país invitado a la Feria del Libro de Bogotá, esa traducción se convirtió en un proyecto editorial. Para esa feria también preparé otras traducciones, dos libros más, que se publicaron ese año.

Estoy casi seguro de que Portugal fue el primer país invitado en tener un programa de traducción, es decir, un programa de apoyo financiero por parte del país invitado para editoriales colombianas que quisieran hacer traducciones de literatura portuguesa en Colombia. Y fue muy exitoso: se publicaron unos 30 libros portugueses ese año, lo cual es significativo porque eran traducciones hechas directamente acá y no afuera, como suele ocurrir y lo cual hace que dependamos de lo que se decide en otros países: qué se traduce y qué se lee en español. Luego comencé a trabajar como traductor para varias editoriales, en varios géneros: prosa, literatura infantil, novelas, teatro… y más tarde comencé a traducir poesía. Esa es una línea que llega hasta hoy: yo sigo traduciendo.

He podido hacer traducciones de todo tipo. Creo que ya he pasado por todos los géneros literarios en editoriales como Tragaluz, Panamericana, Pretextos, Taller de Edición Rocca… y también en la colección Labirinto de Ediciones Uniandes, que ya tiene 25 títulos. Yo traduje El niño de ojos de gigante, de Almada Negreiros, uno de los primeros de esa colección. Fue un proyecto desafiante porque Almada es un autor típicamente vanguardista y su lenguaje a veces es enrevesado. Además, como es una antología, es una muestra de todos los géneros en los que escribió.

Después de trabajar como asesor cultural para algunas embajadas, comencé un doctorado en Estudios Brasileños y Portugueses en Estados Unidos. En la práctica, fue un doctorado en literatura lusófona, porque el programa también tiene una línea muy fuerte en literaturas luso-africanas. Este doctorado lo empecé en 2016 y lo terminé en febrero de 2022, en la Universidad de Brown, que es de las pocas que tiene un departamento independiente de Estudios Portugueses y Brasileños, no atado al español, como suele pasar en Estados Unidos. Brown tiene, además, una tradición lusa, porque queda en la Costa Este, donde hay una comunidad histórica de luso-parlantes que se ve reflejada en la universidad.

Con ellos también se publica la revista Pessoa Plural, ¿verdad?

Sí, entre la Universidad de los Andes, la de Warwick y la de Brown se publica Pessoa Plural. Esta es la revista de estudios de Fernando Pessoa y es, en este momento, una de las grandes fuentes de información especializada en este autor y en los estudios lusos, además de que ya lleva casi 10 años. Allí yo publiqué varios artículos; he tratado de ser un colaborador asiduo y me ha servido también para darle continuidad a mis propios intereses.

También durante mi paso por Brown, con un grupo de cuatro personas, convertimos esa revista en una versión de metadata para que quedara en un repositorio digital en la Universidad de Brown. Es una manera de facilitar las búsquedas y hacerlas más inteligentes para que cualquier persona pueda llegar a los artículos de manera más fácil.

¿De dónde surgió tu interés por la cultura portuguesa? ¿Qué fue aquello que cimentó tu interés en este lenguaje y las distintas manifestaciones de esta cultura?

Esa pregunta me la he hecho mucho porque la respuesta no es tan concreta. Creo que hubo un factor detonante, que fue haber tomado en mi pregrado el Seminario de Fernando Pessoa, dictado por Jerónimo Pizarro en 2011. Yo no tenía idea de quién era Pessoa, y fue una causalidad, realmente. Ese semestre fue un punto de quiebre. Lo que leí de Pessoa me suscitó muchas preguntas e intereses que aún hoy siguen siendo obsesiones para mí.

El portugués siempre me ha parecido un idioma sonoro. Recuerdo de niño oír el portugués europeo en televisión y pensar que sería interesante saber cómo hablarlo. Sonaba raro, me sonaba a ruso… pero me parecía seductor.

Como un canto de sirena.

Sí. Me gusta pensar, hoy que hago esta retrospectiva, que la música, la melodía de la lengua, haya sido un primer acercamiento, una primera puerta. Algo que siempre he tenido es un gusto por traducir y siempre ha sido algo que he hecho a oído, atado a la música, a ritmos y melodías. Poco antes de esa clase de Pessoa, había comenzado a estudiar portugués, así que convergieron la clase y los intereses literarios que surgieron de allí, con ese gusto por pensar en la música de los idiomas que, creo yo, es el corazón de la lectura y la traducción: adaptar una musicalidad a otra.

Quizás irme a hacer el doctorado fue el punto que cimentó el objetivo de hacer del portugués una presencia permanente en mi vida. Por mucho tiempo quise estudiar Lingüística, pero cuando pensé en qué quería hacer mi doctorado, me di cuenta de que ya estaba en un camino. De todos modos, tampoco disocié mi interés por la lingüística. Me gustó tu metáfora del canto de sirena porque realmente fue así: me dejé atraer y seguí esa música.

¿Por qué te presentaste para ocupar este cargo?

Siempre me ha interesado poder acercar la academia al mundo fuera de la academia: es una misión personal. La participación de Portugal en la FILBo 2013 me mostró que eso es posible, porque vi una organización en cabeza de un académico, la cual tuvo repercusiones en el mundo editorial en Colombia y logró la promoción sostenible y duradera de una cultura extranjera. Experiencias así son posibles si uno concibe el mundo literario como una cadena de muchos eslabones. Un salón de clases en el que se leen ciertos libros hace parte de la cadena, pero para que ese libro llegue allí se necesitan muchos otros eslabones que lo hagan posible. No puede haber una incomunicación entre los eslabones, pues eso los afecta a todos, y aportar a esa comunicación es un objetivo que quiero cumplir. Me interesaba hacerlo en Colombia porque nací acá, conozco más este mundo editorial y me parece que tiene una cualidad efervescente que me emociona.

Quería enseñar, eso también lo tenía claro. Es lo que más me gusta hacer, pues es seguir estudiando y permite tener colectivamente grandes epifanías intelectuales. También quería un trabajo que me permitiera, desde la academia, forjar relaciones con el mundo cultural por fuera de ella. Y este rol de Profesor invitado de Estudios Portugueses es eso, porque permite tener el pie en el salón de clases y en la promoción de las lenguas (por eso es una posición compartida entre Lenguas y Literatura), pero también un pie en la promoción cultural, más allá de las fronteras de la universidad. Se presentó la oportunidad y coincidió con el final de mi doctorado, así que los tiempos se dieron de forma ideal.

Eres el primer colombiano que ocupa este cargo, pero no solamente eso, sino que también eres egresado de aquí. ¿Crees que esa posición particular te da una perspectiva novedosa que te permitirá aportar algo diferente?

En una clase de lengua, haber sido estudiante trae un valor agregado. Un profesor de idiomas probablemente ha sido estudiante de otras lenguas, pero al haber sido estudiante de la misma lengua que enseño, de portugués, y al haberla aprendido ya grande, me da otra perspectiva para aplicar métodos diferentes.

El camino de un profesor puede tener repercusiones en los demás. Si Portugal no abre una Cátedra de Estudios Portugueses en Colombia, y no hubiera habido alguien enseñando una clase de Pessoa, a lo mejor mi camino sería completamente distinto. Así que me emociona pensar que yo podría reproducir mi historia en otras historias similares que también le cambien la vida a la gente, así como mi vida cambió por factores externos a mí. Nunca me imaginé estudiar literatura portuguesa y brasileña; jamás fue mi plan en el pregrado. Las cosas se fueron dando.

La gente suele aprender idiomas y estudiar culturas porque tienen el plan de vivir o estudiar en otro país, y se habla mucho de ese valor utilitario de aprender un idioma. Pero también se trata de darle entrada a una emoción que se va a quedar contigo. Ahí es cuando realmente aprendes una lengua: cuando tienes un vínculo emocional con ella y te cambia en algo. Hay un impacto duradero en lo que enseñamos, que puede tener repercusiones transformadoras en otros.

¿Qué objetivos concretos, además de los que ya señalaste, esperas conseguir desde tu puesto?

Quisiera acercar a los estudiantes a la literatura independientemente de la época en la que fue escrita. Que así como un autor contemporáneo llama la atención, la llame un autor que escribió hace 200 o mil años. Que ese elemento cronológico deje de ser un impedimento para abrir un libro y leerlo. O que no se convierta en un prejuicio: que no es interesante, que no me dice nada nuevo; una manera soberbia de ver los clásicos. Me gustaría contribuir a que los lectores puedan poner en el mismo plano lo antiguo y lo contemporáneo para abordarlo con la misma curiosidad.

También me gustaría replicar algo que a mí me pasó estudiando Literatura, que fue aprender a leer. Suena general u obvio, pero cuando, durante la carrera, me enseñaron cómo leer, qué es la interpretación, el análisis textual, qué es el subtexto, qué implica el peso de cada palabra, que en la literatura los sinónimos no existan, a ver las grietas entre las palabras y a dónde llevan… es obtener una libertad para leer y al mismo tiempo conocer el rigor de la interpretación. Esa experiencia, lo placentero y las epifanías a las que te lleva el análisis textual bien hecho, me gustaría reproducirla.

Quisiera contribuir a que otros conozcan una cultura nueva, a tener la experiencia de dejarse ensanchar, pero a la vez no. Descubrir algo nuevo es dejar entrar más cosas en ti, pero al mismo tiempo es ver cómo otras personas que vivieron en otro tiempo, que hablaron otro idioma y nacieron en otros continentes, han interpretado el mismo mundo tuyo. Por eso es y no es un ensanchamiento, pues es verte en los otros. Es generar un reconocimiento en esa nueva cultura. Eso es algo que se puede buscar, no solo en las clases, sino también fuera de ellas, en ferias del libro, alianzas con instituciones culturales e incluso con otras universidades.

Mi experiencia en la promoción de cultura me ha mostrado que existe la demanda: hay mucha gente en Colombia que busca nuevos contenidos. La promoción cultural se da en espacios que dejan impactos y transforman a la gente. Muchas veces se conciben estos eventos en términos de asistencia: si se llenan, cuánta gente va…. pero más allá de eso, el objetivo debería ser lograr una correspondencia entre contenidos y el público que los está buscando: a quién poner en conversación con quién. Creo que ese es el arte de la promoción cultural, más que simplemente divulgar y registrar números de asistencia. Por eso, lo bueno de estar en esta posición y ya tener una idea del mundo cultural colombiano es que puedo facilitar los buenos encuentros y correspondencias: conocer al autor o artista de afuera, pero también al público local. Ese es un objetivo: lograr un tipo de promoción cultural en que el contenido tenga sentido y el tipo de público que esté ahí también tenga sentido para ese contenido.

Cuéntanos un poco sobre los cursos que estás dictando este semestre.

El curso que voy a dictar en literatura se llama La lengua mutilada: literaturas de Angola, Brasil, Mozambique y Portugal.

Me encanta ese nombre.

Quería un título sexy y polémico (risas). Se pSe puede interpretar de varias formas y abre la pregunta de qué es una lengua y qué es la mutilación. El curso es una retrospectiva: empieza con autores contemporáneos y acaba con autores de hace unos 500 años. Abarca los países del título y varios géneros literarios también, sobre todo novela, pero también poesía, teatro y ensayo.

El curso se divide en varios grandes temas: en primer lugar, la mutilación física y psicológica, a través de autores contemporáneos como Itamar Vieira Jr, de Brasil, y Djaimilia Pereira, de Angola.

Luego está el tema del retorno: está la generación de escritores que escriben sobre las independencias de las colonias africanas en los años 70 y de cómo los portugueses que allí vivían son expulsados, obligados a regresar a Portugal sin ser ni portugueses ni africanos. Leeremos a Dulce María Cardoso y su libro El retorno, que trata justo sobre eso, y también a Paulina Chiziane, de Mozambique. Luego vamos a adentrarnos más en el siglo XX, con José Saramago y luego algunos autores de las primeras décadas, como Fernando Pessoa, Sophia de Mello, Florbela Espanca, Mário de Sá-Carneiro y la generación del modernismo. Luego hablaremos de la lengua mordaz y la ironía del siglo XIX en Machado de Assis, uno de los grandes nombres brasileños. Y para terminar, en una especie de defensa de cómo los clásicos también son una lengua transgresora, leeremos al padre Antonio Vieira, que, por cierto, acaba de ser publicado por Ediciones Uniandes, poesía de Luís de Camões, el gran poeta renacentista portugués, y algunos trovadores de cantigas galaicoportuguesas. Quería terminar el curso con la tradición de cantigas de escarnio y maldecir, o sea, con un toque picante que se nos olvida que también existía en el siglo XIII. A pesar de que el curso es en retrospectiva, una cronología inversa, también la idea es demostrar que el tiempo es circular, que la humanidad en últimas ha escrito sobre su propia naturaleza, y poco hemos cambiado a lo largo de los siglos.

El otro curso que dicto es el seminario en el Departamento de Lenguas, llamado Voces y paisajes de la lusofonía. Es un curso panorámico en el que veremos varias expresiones artísticas: literatura, música, escultura, fotografía, cine… de todo el mundo lusófono. El énfasis ahí es más en artistas y autores contemporáneos o recientes, y estudiaremos obras desde Clarice Lispector y João Cutileiro, el escultor portugués, hasta autores como Patrícia Melo, Michel Laub y Lília Momplé. Es un curso mucho más interdisciplinario, dirigido a estudiantes que han cursado al menos 4 niveles de lengua portuguesa en la Universidad.

¿Y qué más podemos esperar este semestre?

Portugal este año es el país invitado en la Fiesta del Libro y la Cultura en Medellín, que es una gran celebración, abierta y con presencia en toda la ciudad. Vendrá una delegación de autores, ilustradoras, editoras y periodistas. Es también el año de conmemoración de Saramago, y recibiremos a representantes de la Fundación Saramago. En Bogotá continuaremos esta celebración. Olá Bogotá! Festival de cultura en portugués será una celebración de dos semanas, a partir del 13 de septiembre, en la que habrá eventos en la Universidad y en varios espacios de Bogotá con invitados de Portugal, Brasil y Timor Oriental. Pueden revisar la programación en esta página web y en la página de la Facultad de Artes y Humanidades.

También aprovecharemos para dar a conocer los últimos lanzamientos de la colección Labirinto, de Ediciones Uniandes, y motivar a más estudiantes a que aprendan portugués y se inscriban en nuestros cursos de Lenguas.

¿Qué te encantaría traducir? Que digas: “este es mi sueño”.

La última vez que pensé en esto, dije “ojalá pudiera traducir Mensaje, de Pessoa, y al año se cumplió ese deseo, entonces me da miedo decirlo y que no se cumpla (risas). Pero me encantaría traducir a Luís de Camões, toda su poesía. Aunque no es el enfoque de mi tema doctoral, la poesía de Camões y la literatura renacentista me está absorbiendo cada vez más. Cada vez busco más el desafío de traducir poesía medida, porque es un reto musical. A pesar de que a veces se piensa en la métrica como una poesía constrictiva, lo veo al revés: tener la forma definida de un sonido te empuja a hallar la palabra perfecta: la única que debe ocupe esas sílabas acentuadas y átonas.

En general, me gustaría seguir traduciendo poesía: hay un autor llamado Gastão Cruz de quien alguna vez traduje un par de poemas y que es una deuda que en algún momento debería cumplir. De hecho, vino a una FILBo hace unos años, lo pude conocer y fue maravilloso.

¿Y en la parte investigativa?

El foco de mi tesis fue teatro en Brasil y Portugal de inicios del siglo XX, escrito por autores que han sido principalmente estudiados no como dramaturgos, sino como autores de otros géneros literarios. Es el caso de Pessoa, por ejemplo. Cuando empecé a leer su teatro, me di cuenta de que era estático, difícilmente montable, poético, lírico, muy psicológico y también teórico. Era como si, mediante el teatro, estos autores exploraran la filosofía de toda su propuesta literaria. Y es una gran paradoja que autores que se han estudiado más por otros géneros tengan una obra dramática ignorada, cuando ella precisamente nos habla de toda su producción literaria. Mi tesis explora ese vacío.

Lo que estoy pensando ahora apunta más hacia cómo muchas de estas piezas, obras teatrales y poemas dramáticos, aluden constantemente al génesis bíblico. He estado pensando en lo que eso significa y de qué manera se da esa búsqueda de aquel libro fundacional por parte de autores preocupados por la pregunta del origen y la génesis de la vida humana y la creación literaria. El teatro es la metáfora de estas preguntas en torno a la creación.

¿Tienes libros o autores lusófonos favoritos que te hayan cambiado la vida?

De nuevo menciono a Gastão Cruz. De Manuel António Pina recomiendo la poesía y un libro de él que traduje, supuestamente infantil: El país de las personas patas arriba. Lídia Jorge con La costa de los murmullos y A noite das mulheres cantoras. Afonso Cruz, que ha sido uno de los autores que más he traducido. José Saramago me impacta sobre todo por su exploración en torno a Dios, la creación y el génesis, como ocurre en Memorial del convento y Caín. Ana Luísa Amaral, que murió recientemente, y obviamente Fernando Pessoa.

Djaimilia, especialmente la novela que vamos a leer en el curso, que fue traducida por primera vez hace poco: Esse cabelo. Es una historia que juega mucho con la falsedad de toda tentativa autobiográfica. Ondjaki, también de Angola, que está publicado en Labirinto y vino hace unos años. Recomiendo su novela Los transparentes.

Hay autores brasileños que también me fascinan… veo que hay una generación de escritoras muy interesadas en narrar la ciudad desde el punto de vista de la periferia, y escriben sobre mataderos, basureros, violencias callejeras. Las matanzas de los animales, de hecho, ocupan un lugar primordial en esa literatura, y me gustan esas voces paralelas que plantean entre seres humanos y otros animales. Está Ana Paula Maia, autora de Entre rinhas de cachorros e porcos abatidos y De ganados y de hombres. Está Patrícia Melo, autora de El matador… Es una onda de literatura brasileña sangrienta y, por ese motivo, profundamente religiosa.

¿Qué puerta le aconsejarías atravesar a una persona que está interesada en aproximarse a la cultura portuguesa? ¿Por dónde empezar?

Una puerta que se me ocurre ahora mismo es abrir YouTube y buscar Fado Laranjeira de Marta Pereira da Costa y Camané. Ella es guitarrista, él es fadista, y el video los muestra en el estudio de grabación, donde se ve a Marta haciendo un solo espectacular de guitarra portuguesa. Yo aconsejaría entrar a través de la música, o de algo que haga sentir un ritmo. Sin música es muy difícil enamorarse… Ese fado, además, es bien alegre y hasta paródico de las canciones de amor.

Y en cuanto a libros, como los hispanohablantes tenemos la ventaja de poder leer gran parte del portugués sin necesariamente hablarlo, quiero recomendar a dos autoras portuguesas: Florbela Espanca, que tiene varios de mis sonetos preferidos, y Teolinda Gersão, autora de un libro bellísimo titulado El árbol de las palabras. Son autoras de capas infinitas, complejas, sencillas, que condensan la naturaleza portuguesa, es decir, la naturaleza humana de todos.