Semana de Portugal

Agosto 18 – 30:
Muestra de literatura Portuguesa 

João Luís Carrilho da Graça, arquitecto graduado de la Escuela de Bellas Artes de Lisboa en 1977. Profesor en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Técnica de Lisboa (1977-1992), en la Universidad Autónoma de Lisboa (desde 2001) y en la Universidad de Évora (desde 2005). Profesor invitado en seminarios y conferencias en diversas universidades e instituciones.

Ha recibido numerosos premios en reconocimiento por su trabajo como el Piranesi (Roma, 2010), el Pessoa (Portugal, 2008), el Luzboa-Schrèder de la primera Bienal Internacional de Arte en Lisboa (2004), el International Art Critics Association (1992), entre otros. Adicionalmente, ha sido nominado en numerosas ocasiones para el premio Mies Van de Rohe (1990, 1992, 1994, 2009 y 2010), ha sido investido como Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres por la Republica Francesa y recibió la Orden de Mérito de la Republica Portuguesa.

Proveedor global de soluciones de monetización móvil para operadores de telefonía móvil, grupos de medios de comunicación, gobiernos/ONG, marcas y clientes finales, que se centra en el marketing móvil, el entretenimiento móvil y los pagos móviles. Aprovechando su red global de conexiones con operadores de telefonía móvil, su plataforma patentada NEO, su equipo de experimentados profesionales y su capacidad de innovar a un ritmo rápido, se han convertido en una referencia mundial en el altamente competitivo sector de la telefonía móvil y en un líder en los mercados emergentes.

TIMWE fue fundada en 2002, tiene una trayectoria de crecimiento orgánico impulsado por su globalización y diversificación. Primero se expandió a América Latina y, poco a poco, estableció una presencia global centrada en los mercados emergentes. Su primera oficina internacional fue en Colombia a la que siguieron rápidamente 23 más que emplean a más de 300 personas que operan en más de 75 países de los 5 continentes. Mayor información: http://www.timwe.com

En O marinheiro nos encontramos con un teatro sin movimiento, sin acción externa, de horizontes apenas vislumbrables, que quiere llevarnos al principio de la filosofía oriental: el máximo movimiento es la quietud, el mayor lenguaje es el silencio; donde es válido añadirle el axioma de una teoría moderna occidental: en arte lo menos es más. En el entorno del espacio físico (el teatro no sucede en ninguna parte, sólo en el corazón de los espectadores) el espectador avisado podrá encontrar un paisaje (el interior-externo, el externo-interior) de Magritte o de un Delvaux, puede que un Dalí, una visión que se alterna entre la plenitud simbolista y los azules celestes del surrealismo.

En cuanto a nuestro punto de partida, vale decir que el espectador modelo lo pedimos distendido, ritual, esotérico, sin prisa, seres predispuestos a la otredad, más cercanos a las huellas improbables del más allá que a las palpables voces y figuras de la realidad. En todo caso, espectadores seducibles en el drama antes que en la trama, en este largo poema estático que resultará aburrido para quienes no se sientan urgidos por presencias extrañas.

La música y los efectos sonoros creados, a propósito, y ejecutados en vivo en el lapso de la representación por Óscar Mario Castañeda y Diego Sánchez, buscan reforzar la experiencia onírica acentuando el doloroso trance de la duermevela. Una aproximación a la ensoñación.

Las cuatro actrices, Nadia Silva, en el rol de la doncella muerta, Lina Castaño, María Isabel García y Ángela María Muñoz, en la actitud de presencias veladoras, han procurado despojarse del adorno teatral, de la teatralidad supuesta, para ir al encuentro de su intimidad oculta. En ellas no hay un doblarse o un fingir que se dobla; por el contrario, hay un desdoblarse, una incursión riesgosa a lo único demostrable en la velada nocturna: el misterio.

Agosto 22 – 30:
Exposición.
Fernando Pessoa, el mito y las máscaras.